Responsabilidad y liderazgo individual

Se buscan héroes anti-COVID

Todos tenemos la capacidad de crecernos ante las crisis. La pandemia nos obliga a potenciar todo nuestro liderazgo

Noqueados por la crisis

La pandemia de la COVID-19 ha ocasionado una crisis de tal magnitud a nivel global que ha cambiado todos nuestros paradigmas. Nos estamos enfrentando a un enemigo desconocido e invisible que puede llegar a atacar a cualquier persona del planeta. Ya no nos sentimos seguros en ningún lado. Ni siquiera aunque podamos sobrevivir a la enfermedad, porque la incertidumbre económica es tan grande como la sanitaria.

Nunca jamás nos habíamos enfrentado a una crisis semejante. Por eso estamos confusos y desorientados. De repente han cambiado las reglas del juego. Y no tenemos a nadie a quién echar la culpa.

Pero sí echamos la culpa continuamente a quien se ponga por delante. Esta semana leía un artículo sobre el descontento generalizado hacia la clase política. Yo me encuentro dentro de esa estadística. Diría que me he sentido hasta furiosa. He dedicado tanta energía a criticar a los políticos, sea cual sea su color, que ahora lo percibo como una inmensa pérdida de tiempo. ¿Qué ganamos quejándonos continuamente? ¿A dónde llegan nuestras quejas? A ningún lado. Se quedan pegadas a nuestra alma, generando desasosiego, desesperanza, y más miedo. Porque, en el fondo, seguimos abandonado nuestro destino en las manos de quienes desconfiamos.

Qué fácil es criticar a los que tienen la responsabilidad de tomar decisiones, y qué soberbio pensar que nosotros podemos hacerlo mejor en su lugar. Asumamos de una vez que nadie tiene la culpa de esta situación. Nadie se he llevado nuestro queso (*). Por tanto, no busquemos responsabilidades más allá de nosotros mismos. Nosotros no somos culpables, pero tampoco víctimas. Por lo tanto, dejemos de sentirnos príncipes destronados y tomemos cada uno la responsabilidad que nos toca en este momento.

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Momento de reaccionar

Nada de lo que teníamos nos pertenecía. Y el futuro tampoco nos pertenece. Lo único que tenemos realmente es nuestro presente. Sobre lo único que podemos actuar es sobre nuestra realidad de este preciso momento. Y podemos elegir mucho más de lo que creemos. Porque podemos elegir nuestra actitud y, en base a ella, qué pensamientos, decisiones y acciones tomar.

Pedimos grandes liderazgos a los dirigentes políticos y económicos. Les exigimos el acierto constante en todas sus decisiones, que no cometan ni una sola equivocación, y que además se muestren cuidadosos hasta en el más mínimo detalle, incluyendo la apariencia externa impoluta y la sonrisa permanente… Les pedimos la perfección, pero, ¿somos acaso nosotros perfectos? ¿No cometemos errores? ¿No pecamos del mismo egoísmo y parcialidad del que les acusamos? ¿Acaso tratamos a nuestros semejantes con la exquisitez que exigimos nos traten a nosotros?

Y en todo caso, ¿existe la perfección que nosotros demandamos?

Gestionar la crisis

No existe la perfección. No en este mundo. Todos somos imperfectos, mal que nos pese. Pero sí existen muchos otros valores que nos engrandecen como seres humanos: el coraje, la determinación, la empatía, la compasión…, en definitiva, la capacidad de trascender a nuestras propia ambición personal para colaborar con los demás en la búsqueda del bien común.

Eso es lo que necesitamos ahora. Necesitamos más que líderes, héroes. Millones de héroes anónimos. Al igual que nuestros antepasados demostraron ante grandes adversidades que pudieron ponerse en pie de nuevo y juntos reconstruir su sociedad, ahora nos toca a nosotros vencer nuestros miedos, respetar a nuestros adversarios y luchar todos juntos por legar un mundo mejor a nuestros hijos.

Y para comenzar necesitamos muy poco, tan sólo dar un pequeño paso cada día. Empecemos cambiando nuestra actitud. Si estamos atentos, hay muchos mensajes a nuestro alrededor que nos hacen reflexionar y nos animan a mantener una actitud positiva. Lo que verdaderamente necesitamos es estar receptivos a estos mensajes, desechando todos los demás. Este fin de semana he recibido este tipo de mensajes de personas muy valiosas a mi alrededor. Y, sobre todo, he tenido la inmensa suerte de estar abierta a escucharlos.

Sacar el héroe que llevamos dentro

Ahora es el momento. Necesitamos cambiar frontalmente nuestra actitud ante la pandemia originada por la COVID-19. Cuanto antes comencemos a aportar nuestro máximo potencial, menores serán los efectos negativos de la crisis, porque unos con otros iremos compartiendo nuestras experiencias y generando una conciencia de superación individual y social. No podemos esperar a mañana. Busquemos la inspiración en los libros de los grandes motivadores y líderes espirituales, en las citas que recibimos por redes sociales, en las personas de nuestro alrededor… ¡en nuestro interior!

Allá donde hayamos puesto la queja, pongamos la comprensión. Donde hayamos lanzado la crítica, aportemos una idea constructiva. Donde hayamos compartido desesperanza, pongamos ilusión. Poco a poco, con cada pequeña intervención, iremos transformando nuestra pequeña espiral negativa en positiva, y, sin apenas darnos cuenta, alumbraremos con el resultado de nuestras acciones a otras muchas personas alrededor que, como nosotros, están deseando encontrar los apoyos necesarios para vivir esta crisis desde la serenidad, la confianza y la convicción de que saldremos de ella, más tarde o más temprano, fortalecidos y constructores de una sociedad mejor. Si nos dedicáramos cada uno a mejorar un poco nuestro entorno, eso tan sólo bastaría para conseguirlo.

Seamos los líderes que nosotros pedimos que otros sean. Utilicemos todo nuestro conocimiento sobre gestión de crisis que hemos ido atesorando con nuestra experiencia. Debemos sobreponernos a esta situación, ver más allá y luchar como si nos fuera la vida en ello.

Porque, realmente, nos va la vida en ello.

(*) ¿Quién se ha llevado mi queso? Una manera sorprendente de afrontar el cambio en el trabajo y en la vida privada, publicado en 1998, por Spencer Johnson

Artículo escrito por Mónica García Bustamante

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